miércoles, 13 de noviembre de 2013

Lucidez

Mia Wasikowska, Jane Eyre 2011
Sentarte en el sillón y mirar por la ventana, simplemente mirar, sin llegar a ver del todo lo que hay al otro lado del cristal. No hay necesidad de pretensiones, ni de profundidades abismales en las que dejar nadar al abismo de tu inconsciente, se trata sólo de poder mirar sin llorar, sin llegar a sentir que la vida te está marcando, a cada paso, a cada día, en cada cicatriz. Quizás se note, así, en ese estado de quietud inminente, un poco de frío, propio de este otoño que no termina de desesperezarse, y quizás entonces se tome la manta de rayas amarillas y naranjas que dormita sobre una de las orejas de sillón para pasar a taparse con ella los muslos, las piernas, el estómago, los pies, las ganas de echar a correr. Y mirar por la ventana, recordar aquel fragmento olvidado de Jane Eyre que decía: “hasta entonces me había limitado a ser un espectador de la vida de Lowood, pero ahora me había convertido en actriz de la trama”, sintiendo que un poco tú también decidiste, llegado el momento, pasar a la acción, aunque ello supusiera quedarse atrás, de una manera absolutamente consciente y voluntaria, por querer pasar, dejarlo estar, seguir, únicamente sobrevivir, por querer. Comienza a llover, los chopos ondean al viento, calvos, marrones y sanguinarios, como lanzas capaces de astillar el cielo y romperlo en mil pedazos, sin provocarte ningún tipo de recelo, miedo. Tal vez un poco de angustia. La cuestión es, únicamente, saber decidir cómo tomar las riendas, se trata sólo de sentarse en el sillón, y mirar por la ventana. 



1 comentario:

  1. Vengo de leer la entrada Ansiedades, y ¡qué contraste!. Aquello es un terremoto y esto un lago en calma.
    Me voy a echar un vistazo por la ventana.

    P.d. Moláis mucho, par de dos. :)

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